

Conocemos a Ford por la frase icónica en su publicidad: “Nacidos Ford, Nacidos Fuertes”, con ese lema, la marca estadounidense nos ha regalado una gran cantidad de comerciales que se han quedado en el recuerdo, pero, para llegar a ese nivel, ha habido una tradición e innovación en marketing a lo largo de 100 años.
Un gran ejemplo de la evolución de la publicidad de Ford fue la campaña del Modelo T, que se presentó por primera vez en 1908. Aunque Henry Ford solía decir: “Si tienes algo realmente bueno, se anunciará solo”, al principio la compañía cedió y echó mano de la publicidad. Durante los 19 años que el modelo estuvo activo, hubo un sinfín de publicaciones impresas que se adaptaron al constante cambio del mercado.


Principalmente entre 1911 y 1915, la publicidad en periódicos se caracterizó por extensos textos que destacaron el precio asequible del automóvil. La popularidad del modelo creció y Ford prescindió poco a poco del marketing. No existieron anuncios oficiales de la empresa estadounidense entre 1917 y 1923, aunque los concesionarios sí lo hacían, obviamente con el permiso de la compañía y pagando 3 millones de dólares anuales. A cambio, Ford les proporcionaba el logo, ilustraciones y textos que, al final, ellos decidían si usar o no.


Posteriormente, debido al declive de las ventas del Modelo T, Ford retomó la publicidad. Los anuncios eran con ilustraciones a color que resaltaron la importancia de la compañía y la producción de un automóvil al alcance de todos.
En las siguientes décadas, la publicidad poco a poco se reinventó y nacieron nuevos medios para anunciarse, como la radio, las postales y hasta las historietas. Una de las ideas más novedosas fueron las experiencias automovilísticas, que no eran más que eventos para probar la resistencia y fortalezas de los autos. Uno de los distribuidores emprendió una travesía de 4,500 millas desde Nueva York hasta la Ciudad de México con cuatro pasajeros adicionales y casi 200 kilos de equipaje, un espectáculo que resultó en muchas ventas.


Ya entrados en los años 50, los lemas con rimas y los superlativos se volvieron el arma más poderosa de la publicidad, enalteciendo las cualidades del automóvil, su impacto en la vida diaria y, obviamente, el lujo. La televisión, que también hizo su aparición por esos años, fue una plataforma clave para que el Mustang y pickups como la Ford F-150 tuvieran éxito.


Con el paso del tiempo, la narrativa se volvió más sofisticada. En 1991, la campaña del Thunderbird fue elegante pero directa. La frase “El automóvil llamado deseo”, con la que finalizó el anuncio, llevó a las personas a llegar pidiendo un “deseo” en lugar de un Thunderbird. En México se lanzó el Thunderbird SC (Super Coupé), promocionado con una frase similar: “La otra cara del deseo”.


En México, los anuncios sirvieron para construir cercanía con la marca. Modelos como Ford Lobo, Explorer, Mustang o Ford Bronco tuvieron éxito en el mercado nacional gracias a ingeniosos comerciales. Hoy son memorables frases como “Tú que puedes, manéjalo”, “Quiero un Ikon” (cuya campaña ganó el Gran Effie, el certamen más importante y reconocido de la industria publicitaria) o “Nacidos Ford, Nacidos Fuertes”, el lema más reconocido de la industria automotriz en México, que sigue utilizándose hasta hoy.