Cadillac, símbolo de elegancia y lujo estadounidense, como toda marca, suele tener proyectos que no son precisamente lo que se esperaba, ya sea de su autoría o no. Uno de ellos podría ser el Cadillac Le Monstre, apodado así por la prensa francesa cuando hizo su debut en Las 24 Horas de Le Mans, en ese entonces fue considerado por varios como el coche de carreras más feo de la historia.
Lo que pasó con Cadillac en las 24 Horas de Le Mans de 1950 no fue directamente su culpa. Pasó a la historia como una gran anécdota, resultado de la idea del multimillonario estadounidense Briggs Cunningham.
Briggs Cunningham
Resulta que Briggs Cunningham era amigo de Luigi Chinetti, quien lo animó a participar en la prueba de resistencia. Ese año, Cunningham mandó un par de automóviles para competir: dos Cadillac DeVille Serie 61. Uno de ellos recibió muy pocas modificaciones, pero el coche inscrito con el número dos sufrió una transformación excéntrica total en su carrocería…
El diseño tan extravagante corrió a cargo de Howard Weinman, de Grumman Aircraft, compañía dedicada a la construcción de aeronaves militares y civiles. Weinman probó sus diseños en túneles de viento de aviones para mejorar su aerodinámica. Los experimentos dieron como resultado una carrocería de aluminio amplia, con un centro de gravedad bajo, aerodinámica y ligera.
El reglamento en ese entonces permitía cambios, sobre todo estéticos, pero no en el motor ni en el chasis. Por lo tanto, se cuidó que no hubiera modificaciones en el chasis y que el motor fuera de serie. Únicamente se le agregaron cinco carburadores que le ofrecieron una potencia extra. Todo cumplia con el reglamento de la competencia.
Le Monstre fue pintado de azul oscuro y blanco, y sus modificaciones aerodinámicas le otorgaron una velocidad máxima de 210 km/h. Su motor era un V8 de 5.4 litros y, originalmente, alcanzaba 160 km/h.
El equipo estaba liderado por Cunningham y Phil Walters, quienes empezaron con el pie izquierdo, pues en la segunda vuelta perdieron el control y terminaron en un banco de arena. Pasaron 20 minutos antes de que pudieran liberar el automóvil.
Cuando regresaron a la competencia, se encontraban en la posición número 35. Durante el trayecto, para lograr remontar posiciones, les pasó de todo: un perro callejero se les atravesó y tuvieron que detenerse por completo para dejarlo pasar, y además se quedaron sin gasolina, por lo que tuvieron que regresar a pits.
Ambos vehículos terminaron la carrera, el Le Monstre remontó de la posición 35° a la 11°, su co equipero en el 10°. Terminar las 24 Horas de Le Mans es todo un logro, y el equipo del Le Monstre demostró que, en una competencia como Le Mans, importa más la mecánica del coche, la habilidad y astucia del piloto que la estética. El público y la prensa reconocieron su hazaña, pero eso no evitó que siguiera siendo recordado como Le Monstre.
En el 2017, Le Monstre regresó a las pistas y le dió una vuelta en el pista de Daytona junto al Cadillac DPi-VR.