Esta historia que les vamos a contar hoy tiene un tinte de tragedia, y el protagonista es el Rolls Royce Phantom Jonckheere de 1925. Pero no es un Phantom cualquiera, sino uno que encargó la mismísima Anne Dodge, esposa de Horace Dodge.
Un encargo que no fue recogido.
Hermanos Dodge
Al morir los hermanos Dodge en 1920, dejaron una inmensa fortuna, la cual creció de manera descomunal para 1924. Anne, tal vez al no saber en qué más gastar la cuantiosa fortuna de la familia, que rondaba los dos mil millones de dólares de nuestros tiempos, encargó a Rolls Royce, en 1925, un chasis del New Phantom.
Es curioso, pero en esa época, una de las estrategias de venta de Rolls Royce era vender únicamente el chasis, para que excéntricos millonarios pudieran construir la carrocería a su gusto. Este fue el caso del New Phantom de Anne, quien lo mandó a la firma Hooper para que le hicieran una carrocería convertible.
La empresa proporcionó la mano de obra, pero tal vez a Anne se le pasó el gusto, porque jamás fue a recoger su automóvil, y este se quedó en el Reino Unido. Sin embargo, la historia del New Phantom no terminó ahí. Lo que para unos es basura, para otros es oro, y lo adquirió el Raja de Nanpara.
Round Door Rolls
No se supo nada más del auto hasta 1932, cuando fue ubicado en Bélgica. Uno de sus tantos dueños lo llevó a la fábrica de carrocerías Jonckheere para que le dieran un nuevo aire a la carrocería. Como resultado, se convirtió en un hermoso coupé con influencias Art Decó y muy al estilo del movimiento Streamline, que se caracteriza por el uso de líneas horizontales y esquinas redondeadas.
En ese momento, el automóvil contaba con un motor de seis cilindros en línea OHV de 7,66 litros y una transmisión manual de cuatro velocidades, que le permitía alcanzar una velocidad de 161 km/h (100 mph). En cuanto al diseño, además de sus líneas curvas que le daban una imagen dinámica y en movimiento, portaba elementos únicos. Destacaban sus puertas redondas, que gracias a ellas se le dio el sobrenombre de "Round Door Rolls"; un techo doble de cristal, faros en forma de obús y una aleta aerodinámica en la parte trasera.
El estilo de la carrocería era único, pero mantenía la esencia de las tendencias de la época. Como se mencionaba, portaba una aleta en la parte trasera, detalles que se pueden encontrar en otros coches europeos del periodo, como el Peugeot 402 de 1936.
Atracción de circo
Después de 1936, pasó por varios dueños, entre ellos un empresario de bombillas de Nueva Inglaterra llamado Max Bilofsky. Al terminar la II Guerra Mundial, durante la década de los 50, fue encontrado en un deshuesadero en New Jersey, Estados Unidos. El automóvil fue comprado por el empresario Max Obie, quien lo restauró con un estilo muy propio, lo pintó con varios kilos de polvo de oro y laca.
Max Obie usó el Rolls como una atracción de circo. Alrededor del coche inventó una historia que involucraba a la realeza británica. Según Obie, el coche había sido del Rey Eduardo, lo cual no era cierto, pero esto le permitió cobrar un dólar a la gente para que se sentaran detrás del volante.
Restauración
No se supo nada más del automóvil después de eso. Fue hasta 1991 que nuevamente fue comprado, esta vez en una subasta, por un japonés, por la cantidad de 1,5 millones de dólares.
El destino del Round Door Rolls terminó en el Petersen Automotive Museum. El museo lo compró en 2001 y se encargó de restaurarlo a su imagen original.
Aunque en su momento, este coupé de 6 metros de largo no fue del agrado de los seguidores de la marca, ahora se ha convertido en una pieza de museo que nos deja ver las grandes innovaciones y visiones del diseño automotriz del siglo pasado.
El Rolls Jonckheerese actualmente se encuentra resguardado en The Vault del Museo Petersen en los Angeles California