En la primera parte de esta historia revisamos los antecedentes de La Carrera Panamericana celebrada entre 1950-1954. En esta segunda entrega vamos ha hablar sobre su organización.
El siguiente paso fue la organización. El comité organizador estuvo conformado por Enrique Martín Moreno, el General Beteta (presidente de la A.N.A.), el señor Rómulo O’Farril y el licenciado Agustín García, Secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, quienes fueron los comisionados para especificar los requisitos de los corredores, establecer las medidas de control de seguridad y de servicio, acomodar las etapas, la publicidad y el financiamiento.
Antonio Cornejo (izquierda) director del patronato de la Carrera Panamericana y Manuel Barber (derecha) jefe de inspectores de la Secretaría de comunicaciones
Parte importante para llevar a cabo la carrera era el presupuesto. El gobierno del licenciado Miguel Alemán aportó la cantidad de $250,000.00 pesos de aquellos años, una cifra bastante considerable. Los estados por los que pasaría la carrera dieron algunos donativos, algunas empresas apoyaron con refacciones, y con la ayuda de asociaciones extranjeras, como lo fue la AAA (American Automobile Association), se logró la asistencia técnica.
En el camino surgieron algunas preguntas. La primera fue: ¿se podrían recorrer 3,500 kilómetros en una etapa? La respuesta fue que no, así que decidieron que fueran varias etapas con un día de descanso entre cada una de ellas. Pero, ¿cuál sería la primera? ¿Desde dónde iniciaría? Para ese momento, el tramo Tuxtla-El Ocotal aún no estaba culminado, querían que iniciara desde ahí, pues creían que, si se iniciaba desde ese punto y terminaba en C.D. Juárez, el impacto publicitario sería mayor. Sin embargo, al final tomaron la decisión de que se iniciara en C.D. Juárez. El debate continuó y ahora se centró en la fecha del evento y en el nombre de la carrera. Como sabemos, el día que se eligió fue el 5 de mayo de 1950 y, con respecto al nombre, los organizadores opinaron que tenía que ser de sencilla pronunciación y fácil de recordar, sobre todo para los vecinos del norte, pues es donde se buscaba mayor publicidad. Después de tanto buscar, se quedaron con el nombre de “La Carrera Panamericana”, que por cierto fue la propuesta del presidente Miguel Alemán.
Empresa patrocinadora de refacciones para los coches panamericanos
Inició toda una campaña publicitaria para las inscripciones. Mandaron a hacer boletines de prensa en Estados Unidos, crearon el reglamento y, cuando lo tuvieron listo, lo mandaron a imprimir en inglés y en español. Los precios de las inscripciones empezaron por la cantidad de $5,000.00 y terminaron siendo $3,000.00 pesos de aquellos tiempos. Los organizadores esperaban que hubiera 30 inscripciones, pero a un mes de la carrera ¡solo tenían 20! Para solucionar la falta de competidores, pidieron a todos los estados que iban a participar que mandaran las inscripciones de sus corredores. La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se había unido a la celebración inscribiendo un automóvil.
Con el problema de la falta de inscripciones resuelto, se dieron a conocer los premios. El primer lugar fue de $150,000.00, el segundo lugar de $100,000.00 y el tercero de $50,000.00; además, los ganadores de cada etapa se llevaron: el primer lugar $2,000.00, el segundo lugar $1,000.00 y el tercer lugar $500.00. (Un jugoso monto en esa época)
Asi se anunciaban los premios de la Carrera Panamericana en los periódicos para incentivar las inscripciones
Mientras la organización continuaba, la Secretaría de Relaciones Exteriores invitó a países como Francia, Italia y de Sudamérica para que participaran con la promesa de no pagar su inscripción. Desde Europa llegaron grandes personajes del automovilismo como Taruffi, apodado como el “zorro plateado”, y Felice Bonetto, con su característica pipa. El General Beteta y el señor Cornejo dieron una gira por California para convencer a los pilotos de participar en el certamen, dándoles seguridad sobre los premios y el reglamento. Todo esto sirvió para que a último momento los corredores se inscribieran en la competencia, dando como resultado 132 competidores. El mayor número de participantes fue de Estados Unidos, con 59 pilotos inscritos. Nuestro país no se quedaba atrás: 57 eran los pilotos que buscaban poner en alto el nombre de México, y países como Colombia, Venezuela, Perú, Guatemala, El Salvador, Italia, Francia y China buscaban un lugar en la Carrera Panamericana México.
Los autos que participaron fueron supervisados y autorizados por el comité: automóviles de Turismo, de Serie (Stock). Las marcas que reinaban en la competencia eran principalmente norteamericanas; sus diseños eran reflejo de la bonanza económica que Estados Unidos vivía después de la Segunda Guerra Mundial, dignos de una potencia mundial.
Encontrábamos a Buick, automóviles grandes y bellos, con una línea de diseño elegante, de dos o cuatro puertas, sedanes, coupés y convertibles; Cadillac, Chevrolet y Chrysler, entre otros, eran los preferidos. En total, fueron 120 automóviles norteamericanos inscritos, mientras que europeos solo fueron 6.
Taruffi (izquierda) y Bonetto (derecha), la polémica de sus participaciones generó tanto revuelo que salió en los diarios de la época
Entre los autos europeos estaban dos Alfa Romeo, piloteados por Bonetto y Taruffi, quienes generaron una polémica entre los demás competidores. No querían que Taruffi y Bonetto compitieran, pues creían que contra esos automóviles no había posibilidad de una carrera equitativa, por lo que no estaban dispuestos a competir si los automóviles no eran descalificados. No existió ningún argumento sólido para descalificar a los Alfa Romeo, así que se decidió que siguieran en la competencia.
Los nervios de la competencia no quitaban la alegría que se sentía entre los competidores y organizadores; sería una fiesta nacional. La noticia puso de buen ánimo al pueblo mexicano: un momento histórico en el que se iba a presenciar un espectáculo como los que solían verse en Europa, una competencia en la que se mostraría al mundo la belleza y el progreso de México. Tal fue la emoción que los corresponsales de la Afición relataban desde Chihuahua: “Enorme es el entusiasmo que ha despertado aquí la Carrera Panamericana. Tan entusiasmada está la gente por ella, que, con el propósito de que todo el mundo pueda asistir a la llegada de los corredores a esta ciudad, al terminar la primera etapa alrededor de las 12 del día 5, los comercios locales habrán de permanecer cerrados”.
La gente se congreaba en los hoteles de los corredores para poder verlos antes de la competencia
Y como en toda gran fiesta, se debían prever imprevistos y evitar accidentes. Los militares alistaron a personal de seguridad para que impidieran que la gente invadiera la carretera. Los participantes se hospedaron en Ciudad Deportiva, donde también se iban a resguardar los automóviles al finalizar la primera etapa.
Con todos los preparativos listos, la Carrera dio inicio...
Pronto te compartiremos la 3ra parte de la historia, estén pendientes